Sentada sobre las rodillas de su abuelo, la niña tímida jugaba con un globo.
Primero lo apretaba delicadamente entre sus manos y después le daba movimiento, como si se tratara de un pájaro amigo que todo el tiempo quisiera jugar con ella.
Pero de repente me vio y se quedó sorprendida. Se dio cuenta de que me acercaba a tomarle una fotografía y pensó que lo mejor que podía hacer era protegerse, escondiendo su cara detrás de su globo-amigo.
El abuelo sonreía. Me invitó a acercarme y me autorizó a fotografiar a su nieta.
El globo era blanco y, afortunadamente para mí, pareció comprender que yo no tenía intención de molestar a su amiga.
Le pedí al mecanismo de enfoque de la cámara que la buscara detrás de la esfera blanca.
Y en el visor, espléndida de inocencia y timidez, apareció su cara.
Pepe Navarro