Amadou llegó a España en una patera. Lo desconocía todo de su país de destino. Pero quería salir de África para mejorar tanto su situación personal como la de su familia.
Llegó a Barcelona, donde pasó largas temporadas durmiendo en los bancos de los parques públicos. Hasta que, gracias a la mediación de una organización protectora de los derechos de los inmigrantes, pasó a formar parte de una familia de Sabadell, que lo aceptó como un hijo más.
Trabajó un poco de todo.
Cuando le conocí, era dependiente en una frutería de barrio, en la que contaba con el aprecio del propietario y con la simpatía de los clientes.
Cumpliendo un encargo del gobierno de la Generalitat de Cataluña, viajé con Amadou a su país de origen, Guinea Conakry. Desde su desembarco en España, ocurrido hacía más de diez años, no había tenido oportunidad de regresar.
La fotografía le muestra en el momento del reencuentro con su madre en el patio de la casa familiar.
Pepe Navarro