Los niños residentes en las islas Galápagos son conscientes de la importancia del entorno natural en el que viven.
Crecen amando su espacio y las criaturas con las que lo comparten. Saben que un galápago es un animal al que hay que respetar y proteger.
Se les cuenta, una y otra vez, que esos animales colosales, de caminar lento y nula capacidad de huir, son merecedores de cariño y respeto por ser los pobladores originales de ese suelo.
Se les explica que, hubo un momento, en que estuvieron al borde de la extinción porque eran cazados masivamente, por los navegantes que se detenían en las islas para aprovisionarse de agua y de alimento.
Los cazaban y los depositaban en las bodegas de los barcos, volteadas del revés para inmovilizarlos. Hasta el momento de sacrificarlos para comer su carne.
En las clases de ecología, de dibujo, de medio social… está presente el deseo de concienciar a los más pequeños de la importancia de cuidar el gran tesoro de la vida en cualquiera de sus manifestaciones.
Tortugas, zayapas, opuntias, pinzones, iguanas… Todo debe ser reconocido como singular y aceptado como necesario.
Para que la vida entre nosotros se perpetúe y nunca deje de ser.
Pepe Navarro