Alguien grita la pluie se prépare - la lluvia se acerca - y hay que afanarse en la siembra. Antes de que la tromba de agua se precipite sobre los campos y obligue a todos a refugiarse debajo de un árbol y a quedarse quietos y a la espera.
Apenas unos minutos antes, fueron los jóvenes y los niños los que guiaron el arado tirado por bueyes, para que el suelo informe se fuera abriendo, progresivamente, en surcos irregulares y fértiles.
La tierra quedó removida y dispuesta para que el rápido avance de las mujeres fuera depositando en ella las semillas de las futuras cosechas.
Durante la estación de las lluvias, es difícil encontrar a alguien en las pequeñas aldeas. Sólo a los viejos que descansan y a los más pequeños que juegan.
El resto vive en los campos. Trabajando hasta el límite de la luz solar. Aprovechando al máximo el tiempo del que disponen para prepararle el camino al alimento que, meses después - y si la lluvia no se retira antes de tiempo -, llenará sus graneros.
La estación seca no tardará en llegar. Será larga y dura. No habrá agua y nada crecerá. El sol resecará la tierra y el polvo cubrirá los campos. El verde desaparecerá.
Y hombres y mujeres se retirarán a sus aldeas, a cuidar de sus animales y a convivir con su difícil realidad.
Pepe Navarro