Piensa en los grandes acontecimientos de tu vida: el día que conociste al amor de tu vida, el primer beso, el día de tu boda, el nacimiento de tus hijos; aquel viaje inolvidable, aquella gran victoria de tu equipo, los grandes momentos con tus amigos, los logros en tu trabajo… Seguro que eres capaz de asociar fácilmente una canción a cada uno de esos momentos memorables, ¿a que sí?
Aún mejor, vamos a hacerlo al revés. Empieza a pensar en canciones que recuerdes, recopila una parte de la banda sonora de tu vida. Escucha las canciones, y si no puedes, cántalas. Empezará a pasar tu vida ante tus ojos. ¿Por qué la música tiene este extraño poder sobre nosotros?
No podemos vivir sin música. Cantamos en la ducha, ponemos la radio en el coche, llevamos auriculares por la calle, escuchamos los latidos del reloj. Más aún, nosotros mismos hacemos música muchas veces a lo largo de nuestro día, ni ser siquiera conscientes de ello: la música de nuestros pasos al caminar, la música de nuestras palabras al hablar, la música de nuestras manos al llamar a una puerta, la música de nuestro corazón al latir. Estamos creando música con nuestras vidas.
Bailemos, pues, al ritmo de la música que nos marca la vida. Aprendamos a escucharla bien: a veces suena una balada, otras veces es puro heavy metal. Pero siempre hay alguien que nos está cantando.