¿Son tuyos los perritos?
No señor. Los encontré esta mañana cuando pasé cerca de la carretera acompañando al rebaño. Les escuché ladrar bajito, oí sus voces pequeñas pidiendo ayuda.
¿Y sabes de quién puedan ser?
No sé quién pudo dejarlos ahí. Yo voy y vengo, desde hace mucho tiempo, por estos lugares. No sé quién puede haber perdido estos dos perritos.
¿Y qué vas a hacer con ellos?
Los llevaré conmigo a la aldea. No sé si me van a dejar quedármelos. Si no me dejan, me va a tocar abandonarlos en algún lugar… pero estos perritos son muy pequeños y están temblando.
Yo espero que tus padres te permitan quedarte con ellos y cuidarlos.
Yo también lo espero. Y, si me autorizan, lo primero que haré será ponerles un nombre.
¿Y ya has pensado alguno?
No señor. Ahora no quiero pensar en eso porque, si al final tengo que abandonarlos, si ya tienen un nombre, será igual que abandonar a un amigo.
Pues espero, de corazón, que eso no ocurra.
Prefiero no pensar en ello. Los perritos son muy pequeños y tienen hambre. En lo que pienso ahora es en alcanzar deprisa al rebaño, sacar leche de una de las vacas y darles de comer.
Pepe Navarro
Burkina Faso