Parece ser, según algunos estudios científicos, que el corazón tiene cerebro. Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado, con decenas de miles de neuronas y una gran red de neurotransmisores. El corazón envía al cerebro más información de la que recibe de él. El corazón, por tanto, puede influir en nuestra percepción de la realidad y, en consecuencia, en nuestras reacciones.
Habitualmente tendemos a identificar lo racional con el cerebro y lo emocional con el corazón. Razón contra emoción, parece ser uno de los grandes conflictos del ser humano. Y por algún extraño motivo, el corazón suele estar desprestigiado. Se asocia lo emocional con la falta de madurez. Parece que las personas que quieren ser algo en la vida deben “usar la cabeza” y olvidarse de las “traiciones” del corazón. Pues se acabó. Porque el corazón, ahora lo sabemos, tiene cerebro.
Y eso es una gran noticia. Porque significa que, a la hora de tomar decisiones que afecten de manera importante a nuestra vida, tenemos dos grandes aliados en nuestro interior: el corazón y el cerebro, la razón y la emoción. No siempre es sencillo que se pongan de acuerdo, pero no suelen estar tan alejados como nos creemos. Un consejo: ante la duda, déjate guiar por las emociones. No tomes nunca una decisión que vaya radicalmente contra ellas. Porque las emociones también piensan. Escucha sus razones.