En el valle de Viñales, situado en la parte occidental de la isla de Cuba, se encuentran las vegas tabaqueras, productoras del que, para muchos fumadores, es uno de los mejores tabacos del mundo.
Desde las carreteras que bordean los campos, es fácil ver las hojas verdes de las plantaciones de tabaco que tanta fama le han dado a la isla.
Una serie de pequeñas carreteras secundarias da acceso a los bohíos – viejas casas de madera a la sombra de grandes árboles de mango - en los que residen los guajiros, que están al cuidado de las plantaciones, con sus familias.
La mayoría de ellos son gente muy humilde, perteneciente a una clase trabajadora que creció con la conciencia de que de su trabajo bien hecho depende el bienestar de la economía del país.
Son afables en el trato y muy hospitalarios. Hijos tenaces de la tierra que les vio nacer y a la que se sienten muy vinculados.
Sus casas, ubicadas al frente de las diferentes plantaciones, forman una pequeña y dispersa comunidad. Una familia unida por obligaciones comunes. Y por necesidades igualmente comunes.
Al caer la tarde, cuando los guajiros regresan de los campos, dispuestos para el descanso después de una larga jornada de trabajo, sus hijos les esperan, en los patios de los secaderos.
Terrazas limpias y soleadas que se convierten en lugares habituales de encuentro. Ideales para el juego, la diversión y la risa.
Pepe Navarro