Según un estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience, la memoria humana reescribe el pasado añadiendo información del presente. Parece que las nuevas versiones que la memoria “graba” de todo lo que ocurre causan emociones que, al mismo tiempo, modifican nuevamente lo recordado, de manera que, por lo que se refiere a lo que recordamos, no existe una “versión original".
Este estudio muestra específicamente que la memoria no es en absoluto un testigo fiable, ya que continuamente puede insertar elementos del presente en los recuerdos del pasado cuando uno los visita. Es un mecanismo de supervivencia, tal como cuentan los autores del estudio. La memoria se adapta a un contexto totalmente cambiante, de manera que eso nos ayuda a gestionar lo que es más importante en cada momento.
Así que la memoria no es lo que parecía ser. Nos hemos pasado mucho tiempo confiando en ella, alardeando de ella (“tengo memoria fotográfica”, decimos), y resulta que todo este tiempo nos ha estado engañando con el presente, nada menos. “Parece que fue ayer”, decimos al evocar un recuerdo lejano. Y en realidad, no sólo lo parece. Es que fue ayer, tal vez incluso hoy mismo, cuando hemos acabado de construir, modificándolo por enésima vez, ese recuerdo.
Una razón de peso, pues, para no vivir anclado al pasado. Sabemos desde ahora que no es cierto que todo tiempo pasado fuera mejor; simplemente, nuestra memoria embellece el pasado si el presente no es lo que esperábamos. Un motivo también para deshacerse de los rencores, para apartarse del “yo perdono pero no olvido”. Es la actitud de hoy la que cuenta. Y con una actitud positiva, mejorarán incluso nuestros recuerdos.