La contaminación es un tema que preocupa, y cada día más, en China. En Pekín, el aire se vuelve irrespirable por momentos, y la polución ambiental es tal que la mayoría de días no es posible ver el sol. Y si alguien quiere verlo, debe hacerlo a través de unas pantallas gigantes instaladas a tal efecto. Una solución, como mínimo, bastante curiosa.
En unas imágenes que resultan al mismo tiempo sorprendentes y preocupantes, y debido al altísimo nivel de contaminación de la capital china, se podía ver el pasado jueves el amanecer bajo un espeso cielo gris desde la Plaza de Tiananmen, a través de unas pantallas gigantes comerciales que son utilizadas usualmente para publicitar destinos turísticos. Junto a las imágenes, las pantallas recogen el lema “el cuidado del aire es responsabilidad de todos”.
La primera reflexión es evidente: estamos destruyendo el planeta desde dentro. Está bien que los gobernantes de los diferentes países nos bombardeen con slogans sobre el cuidado del aire. Y es verdad que todos debemos sentirnos responsables. Pero también es cierto que es difícil encontrar países que cumplan con el protocolo de Kyoto sobre el cambio climático (algunas potencias se han negado incluso a firmarlo), y que estos incumplimientos no son sancionados.
La segunda reflexión es sobre en qué nos estamos convirtiendo. Cada vez más, somos auténticos esclavos de la tecnología. Estamos con nuestros amigos o familiares, y no apartamos los ojos del móvil. Parece que preferimos filmar la vida antes que vivirla: un cumpleaños, una fiesta, el nacimiento de un hijo. Y ahora, en Pekín, salen a ver amanecer en una pantalla de televisión. Algo va mal. Reflexionemos.