Nueva York (Ep).- Un indigente ha recibido una compensación de 1,9 millones de dólares después de que un jurado se pronunciara a favor de que el hombre recibiera una indemnización de la Autoridad de Tránsito de la Ciudad de Nueva York, ya que se había fracturado un pie durante un accidente en el metro.
El abogado de Robert Obey ha indicado que su cliente "no podía recordar cómo terminó en las vías del metro", en la estación de la calle 33 en Midtown en 2006. Obey tiene un historial de enfermedad mental, según informa Daily News.
Unos de los agravantes que le permitieron ganar la causa, fue que el maquinista del tren esperó hasta que se detuvieron en la estación siguiente para reportar el incidente.
Hasta aquí la noticia que cuenta la agencia. Pero esta pequeña historia da pie para reflexionar. ¿Cómo había llegado este hombre a convertirse en un indigente? Todo lo que digamos al respecto es pura especulación, pero no es difícil imaginar un cúmulo de circunstancias desafortunadas que se fueron sumando durante años (problemas familiares, problemas laborales, problemas personales) hasta provocar que nuestro protagonista se viera obligado a vivir en la calle. Todos diríamos que es un hombre sin suerte en la vida.
Hasta que un día, nuestro hombre tiene un accidente en el metro, cae a las vías, se fractura un pie. Y para colmo de males, el maquinista no informa de su situación hasta que se encuentra en la siguiente estación. Aparentemente, más mala suerte todavía. Pero de repente, la mala suerte se convierte en buena suerte cuando un jurado de Nueva York decide que el indigente merece una indemnización millonaria. Todos diríamos ahora que es un hombre con suerte en la vida.
Buena suerte, mala suerte. ¿Existe realmente la suerte? En cualquier caso, exista o no, puede ser bueno que recordemos una frase: El 10% de tu vida es lo que te pasa; el 90% es tu actitud frente a lo que te pasa. Si nos aplicamos esto, quizá la suerte deje de existir, o simplemente no importe.