Según un estudio publicado en la revista The Lancet, la exposición prolongada a los humos y partículas procedentes de los humos y las industrias puede ser mortal, incluso aunque se den concentraciones por debajo de las exigidas por la Unión Europea. En dicho estudio se confirma que la contaminación del aire es un peligro para la salud aunque se registren niveles muy bajos, inferiores incluso a lo que se pensaba hasta ahora.
La exposición a dichas partículas puede causar problemas respiratorios, pero también puede relacionarse con enfermedades cardiovasculares, ya que las partículas pueden incorporarse a la sangre desde los pulmones. Según los autores del estudio, “son necesarias más intervenciones en política de salud pública y ambiental”. Es decir, que ya no hablamos solamente de luchar contra el calentamiento global, que repercute gravemente en el ecosistema; nuestra propia salud está en juego de manera directa.
Se trata de actuar, pues. Y somos cada uno de nosotros los obligados a hacerlo, sin pasar la responsabilidad a otros. En primer lugar, con lo que tenemos más a mano, el coche: usándolo lo mínimo imprescindible, conservándolo en buenas condiciones, eligiendo modelos poco contaminantes. También, si tenemos algún poder de decisión en nuestra empresa, procurando que se ajuste a las buenas prácticas contra la contaminación. Y finalmente, exigiendo a los políticos que se comprometan a trabajar en este sentido. Tenemos el derecho y el deber de respirar un aire limpio.