Ike

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El árbol que vemos en la foto se llama “el árbol de Ike”. O mejor dicho, se llamaba, porque murió hace unos días debido a las grandes nevadas de este invierno en los Estados Unidos. Ike era, concretamente, uno de los iconos del campo de golf Augusta National. Este famoso pino del hoyo 17, de 125 años de edad y con 25 metros de altura, no logró superar las muy adversas condiciones climatológicas que tuvo que padecer durante este invierno, sufriendo grandes daños que han significado su muerte, llorada por todos en Augusta.

Todo un símbolo, situado a 210 metros del tee de salida del hoyo 17, fue un obstáculo que molestó constantemente al que fuera presidente de los EE.UU. y miembro del Club de Augusta, Ike Eisenhower. Llegó incluso a solicitar en una asamblea de socios que lo retiraran, pero la propuesta no fue aceptada. Lógicamente, el episodio trascendió y le valió a este árbol el nombre que ha llevado hasta su muerte.

Para Jack Nicklaus, mítico golfista, seis veces ganador en Augusta, es una pérdida lamentable ya que ha sido un integrante más del juego que quitó a muchos la posibilidad de vestir la chaqueta verde que acredita al ganador del Master de Augusta.

Una bella historia, la de Ike. Una historia que contiene varias enseñanzas para nosotros. En primer lugar, que no es necesario hablar mucho ni hacerse notar para ser querido: Ike lo consiguió con 125 años de presencia constante y silenciosa. En segundo lugar, que es imposible gustarle a todo el mundo: siempre hay alguien que te puede culpar de todos sus males, incluyendo su propia incompetencia con los palos de golf. Y en tercer lugar, que es importante mantenernos firmes cuando es necesario, no permitir que se muevan nuestras raíces: si lo logramos, nadie va a poder con nosotros. Ni siquiera el presidente de los Estados Unidos.

Ike ha muerto. Larga vida a Ike.