Mensaje en una botella

Mensaje en una botella
Mensaje en una botella
Mensaje en una botella
Mensaje en una botella

101 años después, ha sido hallado un mensaje lanzado al mar en una botella. Richard Platz lanzó el mensaje al Báltico en el año 1913 y el pasado lunes se ha devuelto a su bisnieta después de que lo encontrara un pescador. El mensaje en una botella que más tiempo ha viajado por los mares ha llegado finalmente a su destino, más de un siglo después de que fuera lanzada al mar Báltico.
El Museo Marítimo Internacional de Hamburgo ha confirmado que la botella hallada en marzo por un pescador es auténtica y que una investigación ha logrado hallar a la bisnieta de Richard Platz, quien la lanzó al mar con un mensaje en su interior pidiendo a quien la encontrara que se la hiciera llegar a su casa de Berlín. Al recibir un siglo después el mensaje de su bisabuelo, Angela Erdmann, se emocionó: "era increíble, las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas", ha explicado a la agencia DPA. Hasta ahora, el mensaje en una botella más antiguo conocido había estado en el mar durante 98 años.

Emocionante. Unas palabras escritas hace un siglo que, al fin, llegan a su destino. Su destinatario puede leerlas, aunque aún no hubiera nacido cuando fueron escritas. Este episodio nos recuerda que nunca está de más decir lo que pensamos o sentimos. Aunque nos pueda parecer en ocasiones que nadie nos escucha, que somos caminantes perdidos en el desierto, o náufragos como esa botella errante con mensaje, siempre habrá alguien que nos escuche. Siempre habrá alguna persona a la que ayudarán nuestras palabras.

De todos modos, también hemos de pensar en el canal que elegimos para comunicarnos. Hoy no son necesarias las botellas con mensaje: tenemos teléfono, email, whatsapp, videoconferencias… Muchas veces, por comodidad o pereza o miedo, elegimos alguna de estas vías para evitar el contacto personal. Y eso no hay tecnología que lo pueda sustituir. Para las cosas importantes, no hay nada como mirar a los ojos a la otra persona y decirle de viva voz lo que haya que decir. Así aseguraremos que el mensaje llega. Y sin esperar cien años.