Trabajar, trabajar, trabajar

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A partir de ahora, en Francia estará prohibido enviar mails de trabajo fuera de la jornada laboral. La medida nace de un acuerdo entre dos grandes sindicatos y dos patronales del sector de asesoría técnica, ingeniería, servicios informáticos, recursos humanos y consultoría. El acuerdo alcanzado entre dos grandes sindicatos, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) y la Confederación Francesa de Cuadros Directivos (CFE-CGC), y dos patronales de los sectores citados anteriormente, tiene el objetivo de intentar poner fin a las jornadas interminables de los trabajadores.

La llegada de los smartphones ha supuesto un cambio positivo en muchos aspectos, pero también ha permitido la intromisión en nuestra vida privada de nuestra vida laboral, algo que las autoridades francesas quieren evitar. Los trabajadores deberán apagar el móvil y el ordenador del trabajo durante once horas, y tendrán el derecho de ignorar los correos electrónicos de trabajo que se envíen fuera de horas de oficina. Por su parte, las empresas tendrán la obligación de asegurar que esta medida se cumpla.

Excelente noticia. Creemos lejanos aquellos tiempos en que los trabajadores eran explotados muchas horas durante siete días a la semana por salarios mínimos y en condiciones infrahumanas. Y son lejanos, afortunadamente, incluso en estos tiempos en los que parecemos retroceder. Pero cada vez más, encontramos personas adictas al trabajo, personas que no pueden pensar en otra cosa que no sea el trabajo, personas que son incapaces de dedicarle a la familia, la cultura, el ejercicio o el ocio el tiempo que se merecen. Son personas tristes que, si además ocupan puestos de responsabilidad y tienen al cargo otras personas, provocan en ellas el mismo efecto devastador.

En estos tiempos, y especialmente en algunos países, es una suerte tener trabajo. Y es importante trabajar bien e intensamente, incluso para la propia realización personal. Pero es igualmente importante tener claras las prioridades. Alguien lo dijo: nadie en su lecho de muerte se arrepentirá de no haber pasado más tiempo en la oficina.